La piel propensa al acné se caracteriza por brotes frecuentes, generalmente en forma de granos, puntos negros y puntos blancos. Este tipo de piel suele ser grasa y también puede ser sensible. Las personas con piel propensa al acné también pueden tener poros dilatados y una textura de piel desigual. Es importante utilizar productos suaves y no comedogénicos que no obstruyan los poros ni exacerben los brotes. La limpieza, exfoliación y uso regulares de productos con ingredientes que combaten el acné, como el ácido salicílico, pueden ayudar a controlar la piel propensa al acné. Una rutina constante de cuidado de la piel y evitar productos agresivos también pueden marcar una gran diferencia en el manejo de este tipo de piel.